Desde que vi la receta del caldo verde ando buscando berzas por los puestos del mercado. Ayer por fin encargué un manojo y esta mañana cuando lo he ido a recoger, el verdulero me lo ha regalado. Así, sin más. Sin conocerme apenas. Un rato después una amiga especial me ha propuesto una escapada a Italia un poco de trabajo y un poco para aprender y descubrir cosas nuevas. No sólo esto, el jueves salió mi número en el sorteo de un blog precioso, pronto os podré enseñar las cosas tan bonitas que se vienen conmigo.
Este mes está siendo duro, ausencias, dolor y preocupación. Cada una de estas pequeñas cosas me hace sonreír, me recuerda que la vida tiene también su lado amable, que en medio de la oscuridad algo a veces consigue brillar. Cada uno de estos regaladores generosos no se imagina lo que suponen para mí estos gestos. Como una gota de agua en mitad del desierto me anima y me ayuda a seguir. Gracias gente generosa, no sé si sabré devolver tanta buena energía como me mandáis.
PD. En las fotos el caldo no está verde, pero os aseguro que lo era, la capa rojiza es el color que le deja el chorizo y que queda en la superficie. Nos gustó mucho, animáos que no os defraudará. Comida pobre y muy rica.
Aquí las berzas son un "plato nacional". Se encuentran bastante fácilmente... Por cierto, qué bonito el tazón! Es una cerámica de alguna procedencia conocida?
ResponderEliminarA veces la vida da una tregua y nos enseña el lado amable, es verdad.
Pues qué suerte tenéis por ahí(aunque no sé bien dónde), porque están muy ricas.
EliminarEl tazón es de cerámica de Níjar, en el Cabo de Gata, y en casa nos gusta mucho, podrás notarlo por la cantidad de desconchados que tiene. Me hace raro verlo con una sopa caliente, su uso principal es con los gazpachos y los mantiene muy frescos, como un botijo.
Un beso, Montse, un placer charlar contigo.
A sopa mais portuguesa de todas! Adoro! : )
ResponderEliminarEu também adoro, que você vê. Um beijo
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