Esta toalla la bordó mi abuela cuando era casi una niña y no hace mucho la tía R. me la regaló. Me asombra la delicadeza y la pulcritud del trabajo, me imagino cuantas tardes pasó aquella niña con esta labor entre sus manos y recibo una lección de paciencia, constancia y de amor por las cosas bien hechas, tres cosas de las que no ando muy sobrada.
La abuela R. tuvo una vida larga, y pude aprender con ella un poco de crochet, que entonces llamábamos ganchillo. Ahora pienso en cuantas cosas podría haberme enseñado, pero miro la toalla y me doy cuenta de que la lección más importante está escrita en ella, por eso me gusta tanto mirarla. Gracias tía R. por compartirla.
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