Fuimos dando un paseo hasta llegar a un pequeño campo de lavandas grandes y muy perfumadas. Entre todos nos pusimos a recoger para preparar un ramo, y cuando L. me avisó de que había una mariposa posada en una flor, me dí cuenta de que llevaba la cámara pero no las gafas. Casi a ciegas hice unas cuantas fotos, ella estaba tan quieta, que llegamos a pensar que estaba enferma. Pero no, era simplemente cortesía, posó muy amablemente, y a pesar de mi ceguera, las fotos me gustan. Claro que la modelo es monísima, no os parece?
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